La alfarería o elaboración de objetos de cerámica presupone dar forma plástica a un puñado de arcilla húmeda para luego someterla a altas temperaturas, con lo que adquiere extrema dureza.
La cerámica es considerada como una de las industrias más antiguas de la humanidad. Su función primigenia fue servir de recipiente para depositar líquidos. En cuanto a su antigüedad, la cerámica, presente universalmente, tiene sus orígenes hace más de 10.000 años. Nació en el contexto cultural neolítico, en sociedades que cifraban su sustento en el cultivo de la tierra. Sin embargo, las fases más antiguas de la cerámica Jomon, en el Japón, se remontan a unos 12.000 años, y están excepcionalmente asociadas a gente de economía recolectora o que se alimentaba de la caza y el acopio de vegetales.
En cuanto al Perú, las muestras más antiguas de cerámica hasta ahora detectadas serían las de Kotosh-Huayrajirca, fechadas en 1850 a. C. Curiosamente, la arquitectura monumental que se desarrolló en la costa con anterioridad en 1.000 y más años a Kotosh, no está asociada a la presencia de cerámica. Sólo a piezas escultóricas de barro crudo, como las de El Aspero, por lo que ésta es catalogada como perteneciente a una etapa "precerámica".
Los objetos alfareros de Kotosh trascienden la función utilitaria primigenia de la cerámica de servir de simples recipientes, debido a que éstos eran decorados. Se trata de objetos de valor ritual, que lucen ornamentos emblemáticos tratados mediante incisiones, coloreados -después de ser horneados- con pigmentos rojos y amarillos. Aunque ciertamente mantenían su función primaria de recipientes, en ellos se depositaban viandas y bebidas destinadas a "dar sustento", simbólicamente, a los difuntos, práctica ésta que ha sido universal desde la aurora de la humanidad.
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